Hervé Le Tellier ha firmado un libro sorprendente. Quizá esa sea la palabra que mejor describa el contenido de La anomalía, la obra premiada con el Premio Goncourt en 2020. El autor se recrea en las páginas de un libro que desde el primer párrafo descoloca al lector. Resulta tan extraordinario como brillante.
La anomalía cuenta la historia de los pasajeros del vuelo Air France 006 París – Nueva York en el que, tras unas fuertes turbulencias, sucede un fenómeno nunca antes visto. Tras aterrizar el avión en marzo, otro avión igual aterriza en junio. Mismos aparato y mismos pasajeros. Ante este inaudito evento las autoridades estadounidenses comienzan a trabajar en el llamado «Protocolo 42».
El libro, ante todo, es ordenado. En la novela se presentan a los personajes hasta que el lector es capaz de digerir la historia y los tres meses que van de marzo a junio. Esos tres meses son lo único que separa a unos de los otros. Todos son los mismos, pero en dos cuerpos diferentes: misma familia, mismos recuerdos, mismas enfermedades.
Hervé Le Tellier desarrolla la trama con maestría y juega con emular un hecho científicamente imposible con todas sus consecuencias. Además de relatar el porvenir de los pasajeros del avión, o mejor dicho, de los aviones, traza una línea de acontecimientos con la deriva del mundo al observar lo imposible.
Se podría decir que La anomalía pertenece entonces al terreno de la ciencia ficción, pero quizá nos estaríamos quedando algo cortos. La novela entra en el juego filosófico de aquellas obras que cuestionan al lector y sus creencias por cada página que avanza. Es así hasta tal punto que en ocasiones he tenido que separar la vista del libro para tomar conciencia de lo que realmente estaba leyendo.
Quizá esto suceda por el estilo depurado que maneja Le Tellier. No hay florituras, ni adornos, pero la novela rezuma belleza simple, que al fin y al cabo es la que más se debe buscar. Todo cuadra, no hay ningún fleco suelto y pese a no ser un thriller, las explicaciones del narrador deben ser profundas para ambientar al lector en un mundo boquiabierto.
El ritmo no decae en toda la obra. Primero con las historias breves de cada personaje, luego con la incorporación de los científicos a la trama y finalmente con el enfrentamiento de los personajes repetidos ante sí y todos los dilemas, morales y patrimoniales, que esto supone.
La anomalía es un libro que hace justicia a su título. En primera instancia porque se trata de una novela arriesgada que busca explorar las posibilidades de un hipotético suceso imposible. Pero también porque es un libro que pone al lector en la piel de un mundo boquiabierto y abatido a la vez.
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