Arbeit macht frei (el trabajo os hará libres) rezaba una cartelera en numerosos campos de concentración y extermino nazis como Auschwitz. Los nazis aplicaban su nefasto sentido del humor colocando grandes letreros con aquel lema que visualizaban judíos, homosexuales, gitanos, intelectuales o simples opositores antes de que terminaran gaseados o fulminados de tanto trabajar.
He pensado mucho en este asunto desde que descubrí su verdadera naturaleza, no obstante, mi concepción de éste no ha dejado de ser nunca la misma: no se trata de más que una patraña. Y como dicen, una mentira, por mucho que se repita, no dejará de serlo. El trabajo, y menos en campos de concentración, no hace libre a casi nadie. Digo a casi nadie porque siempre hay algún caso que cumple con la excepción de la norma y no me quiero meter en líos.
El trabajo, entendido como el medio por el cual subsistir en el sistema capitalista, consumista y antropófago en el que vivimos, es necesario. Esto es una obviedad; cuando el paro sube hay manifestaciones, la gente pasa hambre y se implanta un estado de malestar generalizado que termina crispando al conjunto de la población de un país. La teoría económica es simple y ahí no falla.
No obstante, me pregunto hasta qué punto podríamos decir que el trabajo libera. Sí, es verdad que puede liberar a la gente que sale en la televisión diciendo que dejaron su vida de estrés y traje en una gran ciudad española y se fueron al culo del mundo para montar un hotel y ser instructores de buceo; pues es verdad, ahí el trabajo libera. Incluso yo tuve tentativas de hacerlo. En una época estaba completamente convencido de que irme a Costa Rica y montarme una especie de granja sería mi destino final o algo así. Pero claro, para irse lejos y vivir se necesita algo de dinero antes, elemento del que, por suerte, carecía.
Trabajar sirve para ganar un sueldo, mantenerse a uno o a una familia, ir al cine y, en definitiva, gastárselo o ahorrar. Pero no va más allá de eso excepto para «los elegidos». Los gurús de cualquier cosa que aparecen en internet diciendo generar ingresos pasivos a mansalva, los artistas que han caído en gracia o la gente simple y tranquila que se conforma con bienvivir (palabra completamente inventada que podría entrar dentro del diccionario de la neolengua de Orwell). Ahora hablamos de autorrealización intentando aparentar lo que no somos por las redes para que gente tan amargada o más que nosotros sienta algo parecido a la envidia. Cuánta gilipollez.
Yo conozco pocas cosas que me liberen, que me hagan salir del cubículo de mi mente y, sin duda, la poesía es la más eficaz de todas. Yo no dejo de ser uno más, uno de tantos, y por ello cedí e hice caso a la gente que me decía aquello de «a ver cuándo escribes un libro», a lo que yo respondía «si ya he escrito dos». La conversación acababa con «no, pero uno de verdad, de los largos» refiriéndose inequívocamente a una novela. Y una novela escribí. Tampoco voy a decir que no disfrutara escribiéndola porque sería mentira, pero lo cierto es que la sensación no se asemeja ni de lejos a la de escribir un poema tan lejos de todo y tan cera de ti.
La poesía es una comunicación directa entre un sujeto, él mismo y el mundo que le rodea. Así pues, el lector es testigo de todo lo que al autor le acontece contado, en la mayoría de ocasiones, en muy pocas líneas. Poca extensión para un torrente de vida, en eso consiste la poesía. La elección de la palabra correcta para decir lo que de verdad se quiere comunicar. La novela, a no ser que se trate de un genio universal, no tiene esa característica que hace a la poesía el elemento más bello de la literatura.
Por eso la poesía te hace libre, o por lo menos a mí. El trabajo es algo tedioso a no ser que cobráramos por nuestra labor en Leteo, pero la poesía es simpleza y bondad, es la misma verdad expresada con un tinte áureo para que se lea bajo una reflejo argénteo propio de la Luna.
Siempre recomiendo leer, pero teniendo en cuenta los tiempos que corren, no es mala idea escaparse de vez en cuando a un poema de esos que te hacen libre de verdad.
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